el despertar a la Diosa
Con 30 años tuve la gran suerte de participar en un encuentro de desarrollo personal centrado en la toma de consciencia del poder de la energía femenina. La cual yo hasta entonces tenía bastante relegada, en mi forma de ser y de interactuar con el mundo, a mi lado más masculino.
Las energías femeninas y masculinas viven en cada ser humano, independientemente de nuestro género. Encarnando la femenina aquella más asociada al hemisferio derecho del cerebro, es decir, más creativa, emocional, sensitiva, fluida, generadora de ternura, comprensión, dulzura, suavidad, empatía, sensualidad. Y en su caso la energía masculina aquello que caracteriza al hemisferio izquierdo, el pensamiento concreto, la razón, la fuerza, la decisión, el coraje, la acción, los motivos, la rigidez, lo sexual.
Y como digo, ambas conviven en cada persona, activándose una u otra en función de los diferentes contextos, situaciones y momentos en los que nos desenvolvamos.
Muchas veces vemos ejemplos de padres que actúan como madres con sus hijos/as, o bien puede ocurrir al contrario. Alguien puede resultar muy rígido desarrollando determinada actividad, y la misma persona en otro contexto sacar su lado más tierno.
De hecho lo ideal es que ambas energías estén en equilibrio, y usemos una u otra ajustándolas a cada circunstancia de nuestro día a día a nuestra voluntad .
A aquel encuentro acudimos más de 80 mujeres. En un entorno privilegiado en plena naturaleza. Sintiendo que estábamos rodeadas de un circulo mágico de energía. Duró 3 días, en los que trabajamos a través de ponencias, ejercicios físicos, dinámicas y sobre todo mucha comunicación real de apertura de corazones, de mujeres hablando como mujeres, en un lenguaje único en el que a veces se dicen más cosas sin hablar y a veces se entiende más con un silencio y con una mirada que con las palabras.
Ese encuentro fue, y continúa siendo a día de hoy, vital en mi camino hacia mi mejor versión. Tuve la oportunidad de ver mi máscara, y por supuesto tuve la valentía de quitármela y arrojarla al fuego del pasado.
Ahí nació Nut, mujer empoderada y alineada con su propósito. Una mujer que reconociendo los dones de la diosa que habita en cada mujer se atreve a sentirse bella, a querer estar bonita, a disfrutar de su feminidad sin sentir que tiene que mostrarla o que al mostrarla será juzgada. Una mujer comprometida consigo misma, con su amor hacia ella y hacia las demás mujeres, empecé a ver a las mujeres como a mis hermanas, destruyendo así otro patrón mental de aprendizaje social en el que las mujeres somos enemigas. Empecé a vincularme con el corazón de la madre tierra y a reconocerlo en cada uno de mis pasos, de mis gestos, de mis palabras. Empecé un camino, que no tiene final, porque el aprendizaje es continuo. Y llegan nuevas experiencias que me demuestran que aún me queda mucho que mejorar, porque cometer errores y tomar conciencia de ellos es la mejor forma de extraer el aprendizaje, y como dice un amigo en una de sus canciones «a ver si aprendo a equivocarme cada vez mejor» Un amigo que dicho sea de paso es muy masculino con su parte femenina muy bien equilibrada.
Gracias LuzClara por mostrarnos el camino.