Me gustaría compartir contigo que si hay un estado para mí, que es el ideal ese es la TRIDUALIDAD, la capacidad de contener un equilibrio cada vez que identifico “barullo emocional o liberación cósmica” y desde ahí ir a la conquista paulatina de la serenidad, de la calma interior, de la sonrisa del Budha.
A lo largo de mi vida son muchos los momentos en los que he querido escapar de mí misma. Capítulos de mi existencia en los que era más fácil esconderse y esperar que el tiempo lo arreglara todo. Otros momentos he tenido una sensación de bienestar incomparable, un éxtasis extremo de estar viviendo una situación que hubiera dado lo que fuera por hacerla eterna.
Con mis 44 años encima, casi 15 años dentro del mundo de la psicoterapia y con mis propios procesos de sanación, puedo asegurarte que lo que describo arriba son, ninguno de los dos, estados en los que se pueda permanecer por mucho tiempo.
En el primero de los casos, momentos de bajón, está claro que es justo ahí donde nuestro organismo lucha por encontrar una salida, y en el segundo momentos de gloria, de efusividad, el cuerpo tiene demasiado gasto energético que no puede alargarse.
Por eso en mi propuesta personal de vida, entiendo que ambos momentos son necesarios y que cuando uno de ellos aparece y lo identifico me recuerdo que no son estados permanentes.
Si llevas tiempo siguiéndome sabrás que he hablado de esto en varias publicaciones, bien usando el símbolo del yin yang, bien utilizando la metáfora de la balanza, o como ahora abriéndole la puerta a la integración. Lo vemos en las dos partes:
El barullo emocional me indica:
que he dejado pasar por alto algo
o que estoy haciendo como que no pasa nada,
o que estoy aceptando más carga de la que puedo llevar,
o en mi caso particular el barullo emocional aparece cuando me dejo para el final y quiero complacer a todas las partes de mi circulo
o me silencio y además empiezo a ir a mil por hora.
Entonces llega la noche, el silencio, todo está en calma, menos el eco sordo en mi mente y el agotamiento…
Ahora le doy las gracias porque ya soy capaz de ver que el barullo mental no es el problema, es solo la causa. Es una bendita señal de aviso de que algo no está en su justa medida.
Y lo mismo ocurre cuando me siento plena, llena de bienestar a rebosar, cuando me levanto literalmente bailando y mi sonrisa pinta mi cara a todas horas mostrando mi orgullo, de haber echo algo bien, de éxito personal, de agradecimiento a la vida por las bendiciones que me rodean… Ese estado de pura dicha también es una señal, de que es el momento de guardar un poquito para cuando esté más necesitada. Entonces hago como un recorrido por las sensaciones corporales que me inundan y las memorizo, las grabo para ser capaz de evocarlas cuando esté atravesando senderos oscuros. Cuando estoy viviendo esas experiencias, me recuerdo hacer como un guardado de archivo para que se grabe lo más completamente que pueda esa vivencia y pueda usarla como un bote de rescate cuando lo necesite. Esos momentos de andar a centímetros sobre el suelo también son pasajeros y ahí radica su potencial. Si así fuese de forma continuada entonces su carga expansiva sería menor.
Quiero saber si esto que te digo te sirve, te resuena o si ya lo haces también.