Corría el año 2004 y un anuncio en una farola llamó mi atención. Yo tenía 25 años y no entraba en mis planes ponerme en contacto con un grupo de personas desconocidas que anunciaban gratis un encuentro semanal de meditaciones… Pero algo en ese cartel me hizo llamar y con mis miedos y con mil dudas me animé a probar. Y sin saberlo fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.
Éramos 5, el maestro y cuatro aprendices. Me enseñaron a meditar, aprendí a poner mi atención en mi respiración, y dejar que los pensamientos se fuesen por donde habían venido, con mayor facilidad cada vez. Y eso me llevó a conocer un estado de quietud interna que no podía comparar con nada. También me enseñaron a cantar mantras, y descubrí como la voz puede ser un elemento balsámico para el alma.
A partir de entonces, empezaron a llegar personas a lo largo de mi vida que me han seguido mostrando los tipos de meditación existentes.
Y es un hecho “el habito no hace al monje” es la practica lo que te convierte en un experto.
Si pudiese obligar a mis clientes a hacer algo, lo único sería a esto: Aprende Meditación
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